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A cualquier aficionado de a pie el nombre del Girondins de Burdeos no le es ajeno. Este club ha ganado seis ligas francesas, cuatro Copas y un sinfín de títulos menores en el país vecino hasta que hace unos años entraron en una espiral que les ha hecho pasar en tres años de la máxima categoría en Francia a la Cuarta División, conocida allí como National 2.

El club se ha visto obligado a perder tantas divisiones después de varias decisiones nefastas en lo deportivo y en los despachos. Después de ser vigésimos en la Ligue 1 de la temporada 2021/22, el club no afrontó los recortes que debía, apostándolo todo a un regreso express a la máxima categoría y terminando terceros de la Ligue 2 en la temporada siguiente.

El club, tras no conseguir el objetivo, se ahogó en deudas e impagos que derivaron en que el Girondins terminase la pasada temporada duodécimo de la Ligue 2, siendo descendido administrativamente dos divisiones hasta el National 2. Los jugadores abandonaron en masa el proyecto, no quedando ni las raspas ni los canteranos tras fracasar las negociaciones con grupos inversores que prácticamente lo querían gratis.

En la actualidad, el Girondins tiene una cotización en Transfermartk de 2,98 millones de euros cuando hace apenas tres años -cuando estaban en la Ligue 1- el equipo poseía una valoración de plantilla de 116,85 millones. El club ha perdido su estatus dentro del fútbol profesional francés y hasta han cerrado los equipos filiales para dar ejemplo con ellos.

Un rayo de esperanza

En mitad de este desastre, uno de los delanteros más respetados del fútbol inglés en la última década, como Andy Carroll, ha aparecido en mitad de la ecuación para intentar ayudarles a ser lo que fueron. El que fuera el traspaso más caro de un británico en la historia de la Premier League en 2011 (con un montante de 35 millones de libras pagadas por el Liverpool) acaba de dar su ‘sí quiero’ al equipo del Garona.

El exinternacional, que militó en el pasado en el Newcastle, West Ham o West Bromwich Albion, se ha comprometido a llevarles de regreso al fútbol profesional a sus 35 años en un caso que evoca al de Lucas Pérez con el Deportivo de La Coruña, aunque en su caso no existe un apego conocido. Carroll no es francés ni tiene familia allí, pero es un romántico.

Carroll jugó la pasada temporada en el Amiens de la Ligue 2, enfrentándose con el Girondins de Burdeos. El delantero quedó tan impresionado por el ambiente que se vivía en el estadio Matmut Atlantique -de más de 40.000 espectadores- que tomó nota para hacer su siguiente movimiento en su carrera deportiva en esta dirección.

Llegar y triunfar

El delantero ha firmado por el salario mínimo de la categoría -que son 2.500 euros al mes- e hizo su debut en la cuarta jornada del National 2. Hay que reseñar que antes de que Carroll saltase al campo su equipo había perdido los tres partidos anteriores y en éste iba cayendo por 0-2 con su propia afición abucheándoles.

El espigado ariete, en lapso de 17 minutos, consiguió igualar la contienda con dos tantos, convirtiéndose en el héroe del fin de semana en el fútbol francés y desatando el delirio en el Matmut Atlantique que meses antes le había conquistado con su ambiente. Carroll nunca se imaginó que en Francia sería profeta, pero el fútbol es el deporte más caprichoso que existe.