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El Barcelona de baloncesto firmó una temporada tan nefasta que pasará a la historia negra del club. La cosa pintaba mal cuando la directiva decidió meter la tijera el pasado verano, echando a la entonces estrella Nikola Mirotic y al entrenador Sarunas Jasikevicius en pos de la contención de gastos en la sección.

A Juan Carlos Navarro, toda una leyenda del club culé, se le encomendó la misión de reencauzar una sección que apostó por un hombre de la casa como Roger Grimau y por la españolización completa del equipo, fichando a pilares de la selección española como Willy Hernangómez o Darío Brizuela. Sobre el papel, la idea no pintaba mal.

Básicamente, no parecía un plan tan descabellado porque el Real Madrid lo hizo algo muy similar una década atrás fichando a un entonces inexperto Pablo Laso, quien se rodeó de pilares de la selección española como Rudy Fernández, Sergio Rodríguez o Sergio Llull. Navarro, en esencia, quería iniciar una dinastía a la inversa culé.

Primeros reveses

El plan, sin embargo, empezó muy mal en una Supercopa de España, donde el Real Madrid le pasó la mano por la cara a los culés en las semifinales (ganándoles por 10 puntos) y vengando la derrota en la final de la ACB de la temporada anterior. Grimau pidió tiempo para amoldar todas las piezas y ese título menor, ni mucho menos, encendió las alarmas.

El Barça jugó bien en esos primeros meses de temporada con un Jabari Parker -fichaje estrella venido de la NBA- como referente, mientras que el rendimiento de los refuerzos españoles no era todavía el óptimo. Los culés iban segundos en la clasificación de la Euroliga cuando tuvo lugar la Copa del Rey de Málaga.

Este examen sí que era importante para los azulgranas y fueron cumpliendo las expectativas llegando hasta la final de Copa, anotando en los dos partidos previos a la final más de 100 puntos. En el partido por el título nuevamente se iban a encontrar con un Real Madrid que no les concedió ninguna opción y los venció de nuevo por 11 puntos.

El hundimiento

El Barça centró sus esfuerzos en conseguir las mejores posiciones posibles de cara a los Play-Offs. El equipo, sin embargo, no alcanzó la excelencia esperada, terminando en tercera posición en la ACB y cuarto en Euroliga. Esa posición en el torneo doméstico suponía verse con su némesis -el Real Madrid- en unas hipotéticas semifinales.

Antes de hablar de ese duelo que puso punto y final a la andadura del Barcelona en la presente temporada, hay que destacar que jugaron los cuartos de final de la Euroliga con factor cancha favorable y perdieron en el quinto y definitivo partido en casa frente a Olympiakos por 59-63. Quedarse fuera de la Final Four de la Euroliga fue una losa de la que nadie en el equipo pudo recomponerse.

Los Play-Offs de la ACB confirmaron esta sensación, siendo barridos en semifinales por el Real Madrid por 3-0 y viendo posteriormente cómo UCAM Murcia jugaba una inesperada final de ACB donde ellos tampoco estuvieron. Tras todos estos acontecimientos, Juan Carlos Navarro echó al entrenador Grimau y fichó a un Joan Peñarroya que promete hacer una revolución.

El peor Barça

El Barça 2023/24 no es el peor del siglo culé, pero entra de lleno en el top-3 de los horrores. El más malo fue, sin duda, el de la temporada 2016/17 cuando no consiguió alcanzar ni la final de Copa, ni la de la Liga ACB ni la Final Four de Euroliga. El equipo se quedó fuera de los Play-Offs de la competición europea y fue sexto en la temporada regular de la ACB.

Juan Carlos Navarro parece haber tomado buena nota de lo que se hizo en aquella ocasión, puesto que era un miembro de la plantilla e inmediatamente se echó a Georgios Bartzokas. Al griego no le salvó ni ganar la Supercopa de aquel año, tras salir escaldado del resto de las competiciones nacionales e internacionales.