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TENIS

El tenis en hierba, en peligro total de extinción

La temporada en la superficie verde es cada vez más corta y la existencia de especialistas empieza a brillar por su ausencia.

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El tenis en hierba, en peligro total de extinción

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Los más viejos del lugar recordarán que la primera superficie en la que se jugaba al tenis era la hierba. Ni tierra batida, ni cemento ni moqueta, el césped era el lugar donde Grand Slams como el Open de Australia, US Open o Wimbledon dieron sus primeros pasos como torneos de renombre.

De hecho, hasta 1974 todos los Grand Slams -con excepción de Roland Garros- se disputaban en esta superficie, que actualmente se encuentra en un alarmante desuso. Esta temporada, de los más de 70 torneos que componen el calendario, sólo ocho pertenecen a hierba... convirtiendo este tipo de superficie en casi intrascendente.

En la actualidad, a cualquier tenista del circuito le compensa convertirse en un experto en tierra batida o en pista rápida antes que en un especialista en una temporada de hierba que no apenas tiene peso en el calendario de la ATP. Ya no compensa ser un jugador del tipo de Tim Henman, Patrick Rafter o Feliciano López.

La caída en desgracia de la hierba

Los torneos de hierba han ido desapareciendo del calendario por lo costoso de su mantenimiento en forma de litros y más litros de agua y también porque son los que más lesiones pueden provocar en los jugadores. Cada vez es más habitual ver que los cabezas de serie del ranking ATP se borran de todos los torneos preparatorios antes de Wimbledon.

La razón oficial es que no les compensa esta superficie por lo poco que dura la temporada -este año del 10 de junio al 21 de julio-, pero no es menos cierto que los pocos puntos que reparten los torneos en hierba tienen mucha parte de culpa. Más allá de Wimbledon, sólo dos de los torneos tienen denominación ATP 500, mientras que el resto son ATP 250.

Si ya le cuesta a un primer espada jugar todos los Masters 1.000 de la temporada, imagínense lo complicado que puede ser convencer a un jugador para que vaya a un torneo que otorga la mitad de puntos, que da menos premios económicos y con una alta opción de lesión.

Consulta nuestra guía sobre Wimbledon

Unas cualidades especiales

No es casualidad, por ejemplo, que Rafa Nadal haya renunciado este año y otros atrás a la hierba por el peligro que conlleva para su salud. El manacorense, pese a haber sido capaz de triunfar en esta superficie con dos Wimbledon, es un vivo ejemplo de cómo un no especialista encontró la manera de adaptarse y ganar, algo que en otros tiempos era impensable.

Para triunfar en el tenis sobre hierba está claro que hacen falta una serie de cualidades que todos los tenistas no poseen. La primera es dominar la técnica del saque-volea, la segunda es saber acortar los puntos para evitar intercambios largos y la tercera y no menos importante es tener un servicio muy potente porque es la superficie donde más ‘aces’ se realizan.

El tenis sobre hierba ha dejado grandísimos momentos para la historia y fue la superficie primigenia. Ahora su continuidad está en peligro de extinción por los altos costes que representan su mantenimiento. Gran Bretaña, Alemania, Holanda, España y Estados Unidos son los únicos países que la mantienen con vida a través de sus torneos.

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