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La NBA no quería hacerlo, pero se ha visto obligada a ello. Tras años en los que el All Star Game se ha convertido en un meme de lo que fue durante los años 80 y 90, los dirigentes de la mejor competición de baloncesto del mudo tienen un plan para recuperar el interés en la cita de las estrellas. Es un órdago a todo o nada y con el orgullo por bandera.

Después de fracasar midiendo a las Conferencias Este y Oeste y también con los All-Stars de amigos de contra amigos de, la NBA ya ha roto la barrera de la meritocracia deportiva sopesando que el partido sea un Estados Unidos contra El Resto de Mundo. Este encuentro tiene muchos pros, pero también algunos contras que a continuación vamos a analizar.

¿Una especie de Ryder Cup?

La realidad es que la competición es cada día más internacional habiendo conseguido el MVP de la competición un jugador nacido fuera de Estados Unidos desde 2019 ininterrumpidamente.

La NBA ha dejado atrás esos prejuicios chovinistas que durante tanto tiempo la persiguieron con los jugadores foráneos, aunque este partido sería entrar en una dimensión bien diferente.

Porque este duelo iría de honor y orgullo y antiguamente que una misma Conferencia fuese más fuerte que otra en el All Star tenía un significado que actualmente se ha perdido con el compadreo entre las estrellas. En cambio, medir a Estados Unidos contra un combinado del resto del mundo puede despertar el fuego de los norteamericanos por dejar claro que son los mejores en el baloncesto, como ha sucedido en el mundo de las selecciones.

Hacer este enfrentamiento de forma anual y sin cortapisas con las normas NBA daría un gran estímulo a un All Star que ya ha probado este formato entre sus jugadores jóvenes con alternancia en los triunfos entre Estados Unidos y los jugadores internacionales. No podemos garantizar el éxito del encuentro, pero sí el aumento de una competitividad que está en entredicho y eso que la propia NBA lo reconoció tras la última cita celebrada en Indianápolis.

“Pensamos mucho en eso. Fue un gran fin de semana, pero no fue un partido de baloncesto -terminó 211-186-. Por ese motivo, vamos a valorar un Estados Unidos contra Resto del mundo. Creo que ya hemos pasado ese punto donde vamos a jugar un verdadero partido competitivo, aunque queremos que sea una celebración del baloncesto”, dijo la máxima autoridad de la NBA, descartando una cancelación de lo que en el pasado era la ‘gallina de los huevos de oro’.

El gran quebradero de cabeza

El principal problema de celebrar un encuentro con este formato es que se limita el número de jugadores estadounidenses a únicamente 12 en toda la NBA, cuando el 90% de la Liga tiene este pasaporte. En el último All Star, 18 de los 24 jugadores que participaron pertenecían al país de las barras y estrellas, representando este un problema para un sindicato de jugadores que sacarán las uñas con esta propuesta.

Muchos jugadores tienen entre las variables de su contrato jugosos premios económicos si son elegidos como All Star. Sin duda, esta norma haría que jugadores de menos nivel internacional puedan acceder al partido y al mismo tiempo grandes estrellas estadounidenses se queden fuera del partido de las estrellas, siendo éste un perjuicio para la igualdad de la competición.

Además quedaría por ver cómo se seleccionarían los All Star y si el voto popular perdería peso. El hecho es que la NBA está dándole vueltas a cómo mejorar un partido que incluso se ha visto ensombrecido por las enormes cifras del estreno del In-Season Tournament (Copa NBA).

Este nuevo formato copó titulares e interés rebasando casi en un año a un partido con 73 años de historia.