BALONCESTO
La complicada relación de Estados Unidos con el Mundial de Baloncesto
Los norteamericanos dominan la historia de los Mundiales, pero su palmarés no es ni mucho menos extenso.
El Mundial de Baloncesto es una competición que habitualmente se le ha atragantado a la selección estadounidense. El equipo hegemónico del baloncesto mundial desde 1992 -fecha en que se autorizó a jugar a los talentos de la NBA- no ha alcanzado el nivel de excelencia que suelen lucir en los Juegos Olímpicos.
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¿Qué causas hacen que los norteamericanos no brillen tanto en esta competición? Partiendo de la base de que en baloncesto, a diferencia del fútbol, el evento olímpico tiene más importancia que el Mundial podemos decir que todo puede partir en base a la motivación de los jugadores para acudir a este evento.
Habitualmente, las plantillas que los estadounidenses presentan en los Mundiales son ostensiblemente peores que la de los Juegos Olímpicos, aunque no es la única causa. También está el asunto de que las reglas FIBA -que en los Mundiales se respetan más a rajatabla- hacen que muchas estrellas tengan reparos o desinterés en querer conocerlas para competir.
Así las cosas, Estados Unidos presenta un pobre palmarés habiendo ganado apenas cinco oros en 18 ediciones disputadas, mientras que en Juegos Olímpicos tienen 16 títulos en 20 ediciones dándose la peculiaridad de que jamás han bajado el podio en esta competición. En los Mundiales se han quedado fuera del cajón hasta en seis ocasiones.
Una historia prometedora
Estados Unidos parecía tenerlo todo de cara cuando se hizo el primer Mundial en 1950. Se disputó en su continente, pero fue sorprendido por el anfitrión Argentina, quien se apuntó el primer entorchado con los ‘yankees’ como subcampeones. En la siguiente edición, en 1954, lograron su primer oro en Brasil dando a entender que podría ser el inicio de una hegemonía ante la pujanza del baloncesto en el país.
El equipo de las barras y estrellas, sin embargo, arrancó una tremenda sequía que le hizo ganar su siguiente Mundial en 1986, en España. Los norteamericanos se quedaron sin ganar durante siete campeonatos, aunque quizá lo más impresionante fue que no pisaron el podio en cuatro ediciones.
La FIBA, para introducir más competitividad, estableció en 1978 que se disputaran eliminatorias directas entre selecciones en lugar de una fase de grupos que servía para determinar el ganador a través del número de victorias. Este cambio devolvió a Estados Unidos al podio y a la victoria en el campeonato español, aunque no era suficiente.
El renacimiento y caída
En 1991, FIBA y NBA alcanzaron un acuerdo histórico por el que los jugadores NBA podrían competir en las competiciones FIBA, incluido Mundiales y Juegos Olímpicos. Los norteamericanos se pusieron las pilas al primer año que pudieron traer a sus mejores jugadores aplastando a todos sus rivales en el Mundial de 1994 celebrado en Canadá.
El cierre patronal de la NBA en el verano de 1998 dejó a la FIBA sin jugadores de la mejor liga del mundo para ese Mundial, aunque hicieron un papel digno quedando terceros. La Federación intentó compensar aquello organizando el siguiente Mundial en Indianápolis en uno de los grandes naufragios de la historia del baloncesto estadounidense terminando séptimos y derrotados hasta por España.
La cosa no mejoraría en 2006, pese a la mejora en la plantilla trayendo a las mejores estrellas jóvenes de la Liga. Fueron eliminados en semifinales por Grecia en un partido memorable que les hizo espabilar de cara al futuro. Tras ganar los siguientes cinco grandes torneos de selecciones -Juegos, Mundial, Juegos, Mundial y Juegos-, Estados Unidos se la volvió a pegar en el Mundial de China 2019.
Si existe una competición que es la criptonita para Estados Unidos es un Mundial donde habitualmente no son capaces de dar la talla. Veremos si este 2023 vuelven a lo más alto, pero las probabilidades de fracaso son altas y más viendo una plantilla que sólo cuenta con tres All-Stars.
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