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CICLISMO

Las 8 montañas más icónicas de la historia del ciclismo

Hay puertos de montaña que todo aficionado al ciclismo conoce con sólo ser mencionados su nombres. Averigua cuáles.

Las 8 montañas más icónicas de la historia del ciclismo

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El ciclismo es muy dado a la épica y a forjar leyendas. El escenario ideal para ese relato suelen ser los puertos de montaña, donde los favoritos de las Grandes Vueltas suelen hacer exhibiciones para marcar la diferencia en la clasificación general.

A continuación, repasamos el nombre de ocho montañas que son historia de la bicicleta.

1) Alpe D’Huez

El coloso más famoso del Tour de Francia moderno está en Los Alpes, aunque ni de lejos es la montaña más alta con 1.850 metros.

Se ascendió por primera vez en 1952, luego estuvo 24 años sin subirse y a partir de 1976 se estableció casi como un lugar de culto donde los mejores de la historia han brillado. Como curiosidad, cada una de sus 21 curvas tiene el nombre de alguno de los ganadores en esta ascensión.

Tiene 13,1 kilómetros de longitud y una pendiente media del 8,2%.

2) El Mortirolo

Este coloso situado en los Dolomitas apareció por primera vez en 1990 y desde entonces ha condicionado todos y cada uno de los Giros de Italia en los que ha sido incluido.

Se trata de un puerto durísimo porque no da ni un respiro con sus 12,2 kilómetros de distancia a un desnivel medio del 10,7%.

Como Alpe D’Huez tampoco llega a los 2.000 metros de altura, pero su niebla perenne le convierte en un escenario prácticamente de película.

3) L’Angliru

El puerto más especial de La Vuelta a España fue descubierto por un ciego en la años 90 en la Asturias profunda. Se ascendió por primera vez en 1999 y desde entonces se ha convertido en un factor diferencial en la ronda española.

Con pendientes máxima del 23,5%, este puerto tiene 10,2 kilómetros de longitud y un desnivel medio del 10,2%.

Como pasa en el Mortirolo, raro es el día en que la niebla deja ver más allá de cinco metros convirtiéndose en una tortura psicológica para los ciclistas.

4) Tourmalet

No es el puerto más duro del ciclismo, pero sí el más cansino porque no hay un sólo descanso.

Escenario de batallas épicas desde que se ascendió por primera vez en 1910 podemos decir que es el decano de los puertos.

Situado en los Pirineos, este puerto se ha pasado en competición durante el Tour de Francia en más de 50 ocasiones, albergando únicamente tres finales de etapa porque es un puerto que posee uno de los descensos más espectaculares del mundo.

5) Paso Stelvio

Se trata de uno de los pasos de montaña más altos del mundo con una carretera que sube hasta los 2.757 metros.

El puerto cuenta con 48 horquillas en su subida siendo su longitud de 24 kilómetros al 7,6% de desnivel, algo matador. El Stelvio machaca a los ciclistas por la falta de oxígeno a partir de los 2.000 metros y la sensación de que estas haciendo zigzag en todo momento con las curvas.

Sólo se ha subido en 13 ocasiones por culpa de que la nieve ha suspendido en muchas ocasiones su paso.

6) Lagos de Covadonga

Apareció por primera vez en 1983 en la Vuelta a España y desde entonces este coloso asturiano no ha dejado de estar en el imaginario de los aficionados como una de sus ascensiones favoritas.

Es un puerto con una longitud de 13,9 kilómetros y un desnivel medio del 7%. La zona más dura, conocida como ‘La Huesera’, son dos kilómetros al 11,5% de desnivel que suelen marcar diferencias.

Su final entre el lago Enol y el Ercina es sencillamente espectacular.

7) Col du Galibier

Tradicionalmente asociado al Telegraph -que se sube previamente- este es el ‘megalodón’ del Tour de Francia con sus 35 kilómetros de subida al 5,5% de desnivel.

Se ha ascendido en 60 ocasiones siendo muy decisivo en la resolución de la carrera en todas ellas.

En 2011 fue la única vez que una etapa terminó en su cumbre y fue un rosario de pájaras.

8) Mont Ventoux

Es la montaña más marciana del ciclismo porque no hay vegetación a falta de cinco kilómetros para coronar dejando un aspecto totalmente lunar.

Situado en la región de la Provenza y sin ninguna montaña cercana, el viento juega un papel más que fundamental en el devenir de una ascensión de 21,3 kilómetros al 7,5% de desnivel.

Se descubrió en el Tour de Francia por primera vez en 1951 y desde entonces se ha pasado por su cumbre en 18 ocasiones.

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