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CICLISMO

Mathieu van der Poel y la estirpe familiar del ciclista total

El vigente campeón del mundo de ciclismo en ruta proviene de una familia que ha marcado un antes y un después en el mundo de las dos ruedas.

Mathieu van der Poel y la estirpe familiar del ciclista total

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Mathieu van der Poel es para algunos el mejor ciclista del mundo. El holandés firmó esta temporada un doblete de monumentos reservado para los más grandes, venciendo en el Tour de Flandes y en la Paris-Roubaix y vistiendo el maillot arcoiris que le distingue como campeón del mundo.

El líder del Alpecin espera poder replicar esos éxitos en un Tour de Francia que se va a tomar como preparación para intentar ganar el oro olímpico en Paris 2024.

A sus 29 años, el bueno de Mathieu representa la realeza en el ciclismo, siendo él la tercera generación de los suyos que consigue un triunfo de etapa en el Tour de Francia. Su abuelo respondía al nombre de Raymond Poulidor y ganó hasta siete etapas en la ronda francesa. Su padre, Adrie, ganó otras dos, mientras que Mathieu ganó la primera de su cuenta en 2021.

El cabeza de familia

Todo comenzó para esta familia ligada al ciclismo en el año 1962 cuando Poulidor se estrenó en el podio de la carrera ciclista francesa siendo tercero en la general y ganando una etapa. Conocido como Pou-Pou, se ganó el cariño del público por su maldición para no ganar el Tour de Francia, concurriendo en el tiempo con el reinado de dos pentacampeones de la pruebas como Jacques Anquetil y Eddy Merckx.

Poulidor, al que rebautizarían como el ‘Eterno Segundón’, apareció en el podio del Tour de Francia hasta en ocho ocasiones y lo más curioso de todo es que jamás conseguiría vestir el maillot amarillo de líder. Su longevidad fue su gran sustento porque después de pisar el podio en su año de debut seguiría visitándolo hasta 1976, cuando subió como tercer clasificado por última vez a la foto de los Campos Eliseos.

Una promesa incumplida

La esposa de Poulidor, Gisele Bardet, trajo al mundo a dos hijas fruto de la relación que tuvieron y pidió a ambas que les prometiesen que nunca se casarían con un ciclista y que se mantendrían alejadas de ese mundo tan ingrato que nunca llegó a premiar el esfuerzo de su padre. Su hija mayor Isabelle sí cumplió la promesa, pero la menor, Corinne, se quedó prendada de uno de ellos.

Todo fue producto de la casualidad porque Adrie van der Poel y Corinne no se conocieron cerca de una bicicleta. Fue en unas vacaciones en Martinica cuando se cruzaron en una discoteca y surgió el flechazo. De hecho, ni ella sabía que el bueno de Adrie se dedicase al ciclismo profesional y mucho menos con tanto éxito.

El holandés fue en los 80 uno de los clasicómanos más exitosos del mundo. Ganó dos monumentos como la Lieja-Bastoña-Lieja o el Tour de Flandes, clásicas de todo pelaje como la E3 Harelbeke, la Amstel Gold Race, la París -Tours o la Clásica de San Sebastián y hasta dos etapas del Tour de Francia.

La saga continúa

Adrie van der Poel tuvo dos hijos y ambos son ciclistas profesionales. El mayor se llama David y se retiró a los 32 años el año pasado, tras una carrera longeva como gregario. Su hermano menor Mathieu es la superestrella que ha heredado los genes ganadores de su familia.

Sin haber alcanzado la treinta, Mathieu ya tiene en su palmarés seis Monumentos del ciclismo y otras tantas Clásicas, además de un sinfín de distinciones entre las que destaca el hecho de haber sido campeón del mundo en seis ocasiones de ciclo-cross. Esa pasión se la infundió su papá Adrie, quien fue campeón de la categoría en 1996.

Mathieu llegó muy tarde al ciclismo en carretera, compitiendo su primera temporada completa con 25 primaveras. Ahora su gran desafío es conseguir un palmarés tan laureado o más que el de su abuelo Poulidor. A su padre Adrie ya le ha pasado por la derecha entrando esta temporada en el top-100 de mejores ciclistas de todos los tiempos.

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