CICLISMO

Mikel Landa, el pupas del ciclismo español con una legión de fans

El landismo es prácticamente una religión en la que su sumo sacerdote, Mikel Landa, nunca deja indiferente a sus seguidores.

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La última vez que Mikel Landa ganó una etapa fue en la Tirreno-Adriático en marzo de 2018. Por aquel entonces, Chris Froome y Peter Sagan dominaban el ciclismo mundial con mano de hierro, Tadej Pogacar competía en un equipo de amigos llamado Ljubljana Gusto Xaurum, Jonas Vingegaard trabajaba a media jornada en una conservera de pescado y la dupla Van der Poel-Van Aert aún estaba en ciclo-cross.

La vida ha cambiado mucho para todos ellos. Unos cayeron a los infiernos y otros han sido encumbrados como los nuevos dioses del ciclismo gracias a una montaña de victorias. En mitad de todos, el bueno de Mikel Landa se ha convertido en uno de los ciclistas más queridos y respetados de todo el pelotón gracias a un fenómeno llamado el ‘landismo’.

Los principios del ‘landismo’

Esta manera de afrontar el ciclismo consiste en atacar aunque sepas que lo tienes complicado para ganar, en dar espectáculo hasta el límite de las fuerzas y también en cosechar reveses, muchos reveses. Porque Landa, como se puede ver, no es precisamente un ciclista ganador, pero su espíritu es lo que hace que los aficionados vayan con él y se ilusionen.

El ‘landismo’ disfruta de las victorias y de las derrotas como si de una maldición autocomplaciente se tratase. El ciclista alavés lo tiene más que asumido y en este Giro de Italia su legión de fans sufrió quizá uno de los golpes más duros a sus 35 años cuando el bueno de Mikel abandonó por una durísima caída en Albania tras la primera jornada, estando en el grupo de los elegidos.

El Giro, amor-odio

Veremos si Landa puede competir este año en el Tour de Francia como gregario de Remco Evenepoel, pero este Giro de 2025 quizá era una de las últimas oportunidades de verle competir como líder del equipo y sin presión para conseguir una victoria en su carrera favorita. El vasco cuenta con dos podios en la carrera italiana, pero también un puñado de abandonos por caídas.

En la carrera rosa, Landa ha abandonado en dos ocasiones más cuando era favorito en la general. En 2016, cuando había sido tercero el año anterior, el ciclista se fue en la décima etapa por culpa de una gastroenteritis. Al año siguiente, volvía a ser favorito pero se chocó contra una moto mal aparcada antes de la subida al Blockhaus, perdiendo 27 minutos por la caída. Ganaría ese año una etapa, la montaña y la combatividad en una actuación totalmente ‘landista’.

Como se puede ver, el gafe de Landa con el Giro es histórico y no cesó siquiera en 2021, cuando le tuvieron que sacar de la carrera en ambulancia por una caída en la quinta etapa. Por suerte, Mikel se tomó la revancha al año siguiente, siendo tercero en lo que había sido su última participación en el Giro hasta este año.

Las caídas que más duelen

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Landa accedió al ciclismo profesional en 2011 y desde entonces su parte de lesiones por las caídas ha sido incesante. En ese año de debut, se rompió dos veces la clavícula -compitiendo primero en la Vuelta a Murcia y luego en la Dauphine Liberé-. No volvería a sufrir caídas en cinco años tras pagar la novatada.

La leyenda, sin embargo, se incrementaría con varios percances cuando corría en casa y era favorito a la victoria. En 2018, en la Clásica de San Sebastián se rompió una vértebra que le dejó sin competir en la Vuelta a España. En 2024, en la Itzulia, Landa tuvo que ser evacuado en ambulancia tras otra caída masiva, con su gente quedándose en meta sin poder verle. Ser ‘landista’ es definitivamente un ejercicio de sufrimiento.

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