Montjuic es uno de los grandes iconos de la ciudad de Barcelona. En la cumbre de esta espectacular montaña en mitad de la Ciudad Condal se construyeron algunas de las instalaciones más representativas de los Juegos Olímpicos de 1992 como el Palau Sant Jordi o el Estadio Olímpico Lluís Companys.

Este segundo nombre es, a día de hoy, un lugar muy familiar para los aficionados del club culé.

El Barcelona ha estado años aguardando la renovación del Camp Nou a través de unas obras que han sido llamadas ‘Espai Barça’. La modernización del templo culé se proyectó inicialmente para 2017 y no ha sido hasta 2023 cuando realmente han empezado los trabajos para dejar el estadio de todos los azulgranas como uno de los más avanzados del siglo XXI.

Esta obra ha obligado al club azulgrana a abandonar su estadio durante 15 meses exiliándose en el Estadio Olímpico Lluís Companys, que también fue sede del Espanyol entre 1997 y 2009 hasta que se construyó su nueva casa en Cornellá-El Prat.

La reacción culé a esta mudanza no ha sido excesivamente buena a tenor de una serie de datos.

Lo que ha perdido el Barça

El Barça ha perdido aforo en el Lluís Companys pasando de los 99.354 espectadores que entraban en el Camp Nou a los 49.472 que tienen butaca en su nueva casa. El club no ha conseguido llenar el estadio en los partidos que se han disputado esta temporada por culpa de la incomodidad que supone ir a Montjuic.

La entidad culé ya tuvo una pista del poco atractivo que tenía esta mudanza para los aficionados ante la baja demanda de abonos. Estimaron que conseguirían atraer a unos 27.385 socios abonados y la cifra se ha quedado en pocos más de 17.000. El Barça es el decimotercero de veintena clubes de Primera División en cuanto a abonados.

Quizá lo más sangrante para el equipo azulgrana es ver que su eterno rival -el Espanyol- posee más abonados, aunque esta temporada le toque jugar en Segunda División. El equipo perico tiene asegurados 21.000 aficionados en cada jornada que juegan como locales en el RCDE Stadium.

Problemas de movilidad

El club ha vivido en sus carnes cómo la pereza de unos aficionados acostumbrados a ir cómodamente al céntrico Camp Nou les ha jugado una mala pasada. Pese a eso, es cierto que el Ayuntamiento no ha puesto las cosas fáciles impidiendo el acceso en coche al estadio con multas y como contrapartida fomentando el uso de transporte público.

Estas restricciones han provocado que muchos aficionados se hayan animado a subir en bicicletas y motos, pero en estos casos también ha habido problemas. Algunos de ellos han denunciado que se han producido robos y desperfectos en sus vehículos, haciendo cada vez menos atractiva la opción de acudir a los partidos del Barcelona como anfitrión.

El problema remitirá previsiblemente en septiembre de 2024, cuando esté listo el nuevo Camp Nou según ha anunciado el club con la empresa turca Limek. El Barcelona espera que no haya retrasos en la obra a fin de no tener que volver al exilio de Montjuic.

El estadio, además de tener una peor visibilidad que el Camp Nou, tiene la frialdad de poseer una pista de atletismo que hace que el equipo no sienta el calor de su afición ni el campo como si fuera suyo.

Invicto en su nueva casa

La parte positiva de esta mudanza temporal la encontramos sobre el verde. El equipo blaugrana ha ganado los cuatro partidos que ha jugado en Montjuic, alguno de ellos por goleada.

Los culés tendrán una nueva oportunidad de aumentar la racha este viernes, cuando se midan al Sevilla en la jornada 8 de LaLiga.

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