TENIS
Paula Badosa rompe con la maldición de su pareja Tsitsipás
Badosa ha hecho historia al meter la cabeza en unas semifinales de Grand Slam tras unos años complicados. ¿Se habrá deshecho del fantasma que le persigue?
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El nombre de Paula Badosa se ha grabado a fuego en la memoria histórica, alcanzando unas semifinales de Grand Slam. En la pista central del Rod Laver Arena, la nº12 mundial, le toma el relevo a Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez y Garbiñe Muguruza, y se asegura su regreso al top 10 del ranking mundial. La resiliencia de Badosa es envidiable, pues la española llegó a pensar que su carrera en el tenis se había acabado. Y desde los boxes, su pareja, el tenista Stefanos Tsitsipás, siguió el partido en primera línea.
El griego no ve sus mejores épocas y se ha acostumbrado a perder. Su último tropiezo ha sido en el US Open, mismo torneo en el que Badosa está brillando, despidiéndose de la competición en la primera ronda, una eliminación muy prematura para el undécimo cabeza de serie del Open de Australia. El que fue un gran nombre en el tenis internacional ya no genera más que decepción, y parece que le hayan echado un mal de ojo.
Aunque Badosa esté respirando ahora tranquila, lo cierto es que sus estadísticas previas también dejaban mucho que desear desde hace un par de años. ¿Habrá roto la tenista la maldición que ambos cargan a las espaldas desde que iniciaron su relación en primavera de 2023?
Un amor condenado
Desde que Paula Badosa y Stefanos Tsitsipás comenzaron la relación, su juego empezó a ir mal.
El heleno, que fue finalista en Melbourne en el 2023 y llegó a ser el número 3 del mundo, ha recibido esta derrota en el Grand Slam como un jarro de agua fría aunque ya está acostumbrado a helarse, resignado ante una situación que recordó a la del 2020 cuando fue eliminado con contundencia por el canadiense Milos Raonic.
Tsitsipás ha tocado fondo y parece estar cómodo ahogándose. Afortunado en el amor y desafortunado en el juego, pues su caída en desgracia comenzó en 2023. Esa temporada tan solo ganó un título en Los Cabos. Empezó genial, finalista en el Open de Australia y sólo derrotado por Djokovic, pero desde entonces sus números fueron en picado.
Entre junio y octubre, el griego notó su decadencia. Cayó torneos en primera y segunda ronda y apenas aguantó en Wimbledon, donde alcanzó los dieciseisavos, pero fue sorprendido por Christopher Eubanks.
En 2024 dijo adiós a su puesto en el Top-10, lugar que había defendido desde 2019, pues su verdugo fue Taylor Fritz en el Open de Australia de esa campaña. Con ello, tampoco llegó a la final de las ATP Finals por primera vez después de cinco años consecutivos. Aunque sí logró su tercera corona en el ATP Masters 1000 de Montecarlo y alcanzó los cuartos de final en Roland Garros al siguiente mes, los resultados no fueron los esperados.
Para tratar de remediar la situación, el jugador terminó su colaboración con su padre, Apostolos, como entrenador y designó al capitán griego de Copa Davis, Dimitris Chatzinikolau, con el que tampoco parece entenderse, por ahora, con su prematura eliminación en el US Open.
Badosa se deshace de la mochila
La mala racha de su pareja también le ha salpicado a ella, o más bien dicho ha sido algo mutuo, pues Badosa también firmó unos números cuestionables desde que se enamoró del griego.
La española cerraba una temporada infernal en 2023 sin disputar tres de los cuatro grandes torneos por lesión en una vértebra de la espalda que le hizo desaparecer cinco meses. Después de volver a las pistas en 2024, la española cayó a la primera en Charleston sin encontrar la regularidad que tanto ansiaba para volver a los primeros puestos de la clasificación.
Su arranque de temporada en el Open de Australia fue esperanzador. Superó dos rondas, pero luego regresaron los grises. El dolor de espalda hacía apariciones esporádicas que la inhabilitaban y, al haber caído puestos y haber estado mucho tiempo sin jugar, sus rivales eran tozudas y de las zonas altas del ranking, lo que le dejaban sin muchas opciones.
La primavera pasada la tenista llegó a estar en el puesto 140, lo que le alejaba aún más de cuando estaba en el podio, como número dos, después de conquistar Indian Wells.
La cabezonería es una virtud, y Badosa, después de que su espalda le diese una tregua, en agosto levantó el título de Washington y semanas después alcanzó los cuartos de final del US Open. Ahora, en el inicio de la nueva temporada, está otra vez en la ronda de las ocho mejores del Open de Australia y ha resurgido de sus cenizas, como el ave fénix, para disputar las semifinales de un Grand Slam.
La española nacida en Nueva York puede romper la maldición de su pareja y proclamarse vencedora de uno de los grandes, y aunque uno de los dos tortolitos haya conseguido ver la luz al final del túnel, lo cierto es que el otro aún tiene las alas cortadas. Se dice que el amor lo puede todo, así que esperamos que Tsitsipás vuelva a recuperar el juego que tanto ansía.