TENIS
¿Qué se sabe de la nueva Copa Davis?
Después de la salida de Kosmos de la organización de la competición, la Federación Internacional de Tenis recuperó el control de la misma
En el otoño de 2018, un terremoto sacudió el mundo del tenis. La empresa Kosmos alcanzaba un acuerdo millonario con la Federación Internacional de Tenis (ITF) para organizar la Copa Davis durante los siguientes 25 años. El torneo de selecciones más prestigioso del calendario mundial de tenis daba así una vuelta de tuerca que muchos no llegaron a comprender.
Cuatro años después de dar las llaves del barco a Kosmos, la ITF se encontró con que la subsidiaria no iba a cumplir su contrato y que les devolvía la Copa Davis tras unos años en los que se perdieron las esencias de la competición.
La principal queja de público y tenistas era que se había dejado de jugar las eliminatorias en sus países para irse a escenarios neutrales que a duras penas atraían público y que tenían unos horarios leoninos que causaban más molestias que beneficios a muchos tenistas.
Kosmos pensó que conseguiría que muchas grandes capitales quisiesen pujar con enormes sumas de dinero por albergar las fases finales de la Copa Davis, pero se encontraron con que nadie salvo España quiso apoquinar unas generosas cantidades de dinero, lastrando la viabilidad económica de la competición. La ITF decidió seguir en este 2023 con este formato a la espera de dar una gran vuelta de tuerca el año que viene.
En esta temporada ya se ha fracasado manifiestamente pase lo que pase con unas finales que se celebrarán en Málaga sin equipo anfitrión clasificado y sólo atrayendo -y con suerte- a dos de las 10 mejores raquetas del ranking. La cosa pinta complicada hasta para llenar el pabellón José María Martín Carpena ante la escasez de atracciones.
Ahora bien, para el futuro reside la duda de si regresar o no al viejo formato. Los pros son claros: atraía al público local y las estrellas estaban más comprometidas que ahora. Los contras: que el dinero se quedaba en las federaciones nacionales y que las selecciones anfitrionas usaban todo tipo de triquiñuelas para ganar a sus rivales generando todo tipo de polémicas.
Los enemigos se rearman
El hecho de que la ITF decidiese cambiar el formato en 2018 también nos habla de que lo antiguo tampoco funcionaba tan bien como la gente cree, y que dicho formato se ha idealizado. Entretanto, el principal enemigo de la Federación Internacional de Tenis, que no es otro que la ATP, se ha inventado su propio torneo de selecciones de tenis.
La United Cup se celebra en los primeros 10 días del año con sede fija en Australia como antesala del primer Grand Slam de la temporada.
Su principal atractivo para los tenistas -además de ser un evento de preparación para el Open de Australia- son los jugosos premios económicos.
El principal contra para este torneo creado en 2020 es la ausencia de tradición que tiene una Copa Davis que cuenta con más de 100 años a sus espaldas y que dispone de esa oficialidad de ser un torneo de selecciones.
Además, la Copa Davis ha visto el emerger de la Laver Cup. Este torneo, auspiciado por para muchos el mejor tenista de la historia, es una imitación de la Ryder Cup de golf: enfrentando a Europa contra el resto del mundo.
El gran atractivo de este evento es que aquí no hay ‘paja’ como en otros eventos, enfrentándose entre sí enormes tenistas desde el primer momento, aunque con un tono algo distendido.
El hecho es que la Copa Davis debe pensar detenidamente su futuro antes de dar el siguiente paso en un calendario tenístico cada vez más comprimido.
Muchos abogan por una fórmula mixta que conjugará la tradición con lo moderno, llevando únicamente la final del evento a una sede neutral que pagaría un canon muy elevado y que a buen seguro atraería a las dos aficiones implicadas. Lo que no tenía ningún sentido es que se estuviese jugando, este año sin ir más lejos, un Chile-Suecia en Bolonia sin nadie en las gradas.
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