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Stefanos Tsitsipas va a terminar por encasillarse como un tenista que sólo rinde en tierra batida. El jugador griego, que llegó a ser número 3 de la ATP, está teniendo esta temporada serios problemas en pista rápida, hasta tal punto de que sin los puntos de la arcilla no estaría ni en el top-60 del ranking mundial.

El último bloqueo del heleno se produjo en la primera ronda del US Open, cuando el australiano Kokkinakis -número 86 del ranking ATP- le destruyó con un triunfo claro en cuatro sets. Tsitsipas, quien recientemente despidió a su padre como entrenador, ha tenido una gira americana horrible, no pasando de la segunda ronda ni en el Masters 1.000 de Canadá ni en el de Cincinnati.

El jugador, para más deshonra, fue superado en Canadá por el japonés Kei Nishikori -número 576 del ranking- y que llevaba semiretirado del circuito tres años. “Ahora mismo no soy nada comparado con el jugador que era antes”, dijo Tsitsipas en unas desgarradoras declaraciones tras su eliminación en el US Open. El jugador aseguró que “me cuesta mucho encontrar ese nivel de consistencia que me permitía ganar partidos con continuidad en torneos”.

Llevarse el Masters 1.000 de Montecarlo ha salvado a Tsitsipas de estar en una situación realmente complicada esta temporada. El griego marcha noveno en la ‘race’ de este 2024, habiendo sumado un total de 2.735 puntos. De esa cantidad, 595 han venido de pista dura sumando un balance alarmante en esta superficie de 11 victorias y 9 derrotas.

La tierra le salva

Si comparamos esos números con los que ha firmado en tierra batida, saltan todas las alarmas. En arcilla ha sumado 2.040 puntos de los 2.735 que ha logrado esta temporada, siendo esto casi un 75% de sus puntos. Ni Rafa Nadal en sus peores tiempos dependió tanto de sus actuaciones en la pista naranja.

En cuanto a partidos, Tsitsipas es otro tenista completamente diferente cuando la pelota va más lenta en la tierra batida. Su balance en esta superficie esta temporada ha sido de 22 victorias y siete derrotas, ganando el mencionado torneo de Montecarlo y alcanzando la final en el torneo Conde de Godó.

Tsitsipas demostró también en la corta temporada de hierba que ya ha quedado como un jugador sólo de tierra. Participó en los torneos de Halle y Wimbledon, ganando el primer partido en ambos y perdiendo el siguiente, siendo éste un bagaje muy pobre para un tipo que siempre se encuentra en el top-10 de los cabezas de serie.

Motivos para la esperanza

El griego debe plantearse qué hacer con su carrera deportiva, pero a nadie le cabe duda de que jugar en pista dura sabe, como atestigua el hecho de haber alcanzado la final del Open de Australia en 2023 o haber ganado el torneo de Los Cabos esa misma temporada ante Alex de Miñaur. El jugador sufre un bloqueo a sus 26 años.

En las manos de Tsitsipas está revertir una situación que podría convertirle en el enésimo juguete roto de un circuito ATP que ha conocido muchas historias parecidas a la suya y que no culminaron en ser el número 1 del ranking. Dominic Thiem, Grigor Dimitrov o Andrei Rublev pueden darle una buena terapia de lo que es quedarse como una eterna promesa encasillada en un tipo de tenista.