FÓRMULA 1
Williams, la gran depresión del mejor equipo de Fórmula 1 de los 80 y los 90
El equipo inglés lleva sin ganar una carrera 11 temporadas y las previsiones no son nada halagüeñas.
La escudería Williams está distinguida por la FIA como una de las históricas de la Fórmula 1. 114 victorias en Grandes Premios, 9 campeonatos de constructores y 7 de pilotos contemplan el palmarés de un equipo que lleva mucho tiempo sin tener el peso de antaño en el ‘Gran Circo’.
Su última victoria se remonta a 2012 y fue de ‘chiripa’ en un atípico Gran Premio de España. Para la anterior hay que remontarse a 2004...
¿Cómo ha llegado una escudería como Williams a esta situación? El equipo ha sufrido una degeneración progresiva dejando de ser aquel que se identificaba con diseños arriesgados, innovaciones como el efecto suelo o motores turbo que desafiaban la lógica.
Todo aquello que los hizo diferentes ha desaparecido con el tiempo por culpa de una mezcla de autocomplacencia, ausencia de creatividad y también falta de presupuesto con respecto a sus rivales.
El caso es que cuando Williams irrumpió en la Fórmula 1 en 1977 nadie se pensaba que este equipo inglés fuera a dar que hablar tan pronto.
El equipo abrió la lata de victorias dos años después y ya nadie pondría en duda un estatus que se forjó gracias al invento del efecto suelo, que posteriormente imitaría toda la parrilla y que finalmente prohibiría la FIA.
Williams ganó su primer doblete -campeonato de pilotos y de constructores en 1980- siendo éste el inicio de una década en donde le pintaron la cara a Ferrari y a otros grandes equipos con asiduidad.
El equipo tuvo como principal enemigo unas motorizaciones que, en muchas ocasiones, no le permitieron ser competitivos. Pese a todo, consiguieron ganar con Ford y Honda siendo su acuerdo con los propulsores Judd un auténtico fiasco.
Resurrección
La escudería firmó con Renault en 1989 una alianza que los devolvería a la primera plana ganando con los franceses un total de cinco campeonatos de constructores en la década de los 90.
Empezó a flaquear en cuanto los galos se retiraron en 1997, pasando a ser motorizados primero por Mecachrome y posteriormente por Supertec en dos decisiones nefastas.
La escudería recuperaría su viejo brillo con la entrada de la nueva década, firmando una alianza estratégica con BMW hasta 2009.
Los dos gigantes aunaron esfuerzos para hacer del motorista alemán un referente en la Fórmula 1 y en parte lo consiguieron. Sólo Ferrari, en los años intratables de Schumi, les impedía ganar los campeonatos de constructores y pilotos en 2002 y en 2003.
El matrimonio de larga duración con BMW se tambaleaba en 2004 después de conseguir una única victoria esa temporada en la última carrera. El divorcio se confirmó en 2005 cuando la escudería alemana compró Sauber y dejó tirado a un Williams que tuvo que firmar por el motorista más barato de la parrilla, Cosworth.
Caída a los infiernos
El equipo entró en una decadencia de la que no ha conseguido salir. Los pobres resultados hicieron que sus grandes patrocinadores de siempre les diesen la espalda y a partir de 2011 aceptasen ‘pilotos de pago’ para sostener la estructura.
Curiosamente uno de ellos -apoyado por el gobierno de Venezuela- fue el autor de la última victoria del equipo en un Gran Premio en 2012.
Williams estuvo al borde de la bancarrota hasta que la FIA decidió echarles un guante ‘sugiriendo’ a Mercedes que motorizase al equipo a partir de 2014 con el inicio de la era híbrida.
Los británicos volvieron a brillar regresando al podio y hasta superando a Ferrari y Red Bull en algunas temporadas en constructores.
Los ingenieros del equipo, sin embargo, cayeron en la autocomplacencia al ver que seguían siendo competitivos y no innovaron a partir de 2016 ofreciendo coches cada vez más ‘monótonos’.
El equipo fue cayendo y cayendo hasta en 2018 registrar su peor resultado como el último de la parrilla. Jamás les había pasado algo así en toda su historia en la Fórmula 1.
Y no levantó cabeza. El patrocinador principal de los últimos años utilizó la pandemia como excusa para abandonar al equipo y obligó a la familia Williams a venderlo al grupo financiero Dorilton Capital ahogado por las deudas.
Ahora Williams intenta como buen soldado de fortuna volver a ser lo que un día fue, pero para ello hay que rascarse el bolsillo y fichar buenos ingenieros. Ya con el nombre no vale en la Fórmula 1.
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