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La noche más madridista de Luis Enrique
En el repaso de su carrera, un guiño llamativo: su pasado por el Real Madrid, donde fue pieza clave de uno de los resultados más icónicos para los blancos.
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Luis Enrique está de moda. El documental recientemente estrenado en Movistar a propósito de su primer año en el PSG, con impactantes escenas grabadas en la intimidad de su vida profesional y personal, ha colocado en el primer plano a un personaje de esos que es capaz la condensar la esencia de la España dual. Conmigo, o contra mí. A favor y en contra. En el caso del asturiano, esos extremos también se tocan por su pasado deportivo.
Su pasado madridista, posterior fichaje al FC Barcelona y exaltación culé lo convirtió en protagonista de la rivalidad eterna que se da cita de forma recurrente en los clásicos. Tras Luis Figo, probablemente no ha habido un jugador del fútbol reciente capaz de acaparar tantos vaivenes al otro lado del puente aéreo. Claro que no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que Luis Enrique ejerció de madridista abnegado. Ninguna, como la noche del 7 de enero de 1995.
En breve se van a cumplir 30 años de una fecha que para el madridismo es cita icónica. Ese día, el Real Madrid ganó 5-0 al FC Barcelona devolviéndole, casualmente un año después, el mismo resultado que le había endosado el Barça de Cruyff al Real Madrid en Camp Nou. Ahora este tipo de resultados parecen complicados… pero no imposibles. En el último siglo XXI ha habido todo tipo de marcadores a favor, aunque las grandes goleadas, en su mayoría, le han pertenecido a los culés, que en 2010, con Mourinho en el banquillo merengue, le metieron otro 5-0 a los blancos. El Real Madrid no le ha devuelto aquella goleada. Que lo consiga en el próximo clásico parece imposible. En las apuestas de Betfair cotiza a una más que jugosa cuota 100.00.
Historia de una venganza
El 8 de enero de 1994, los blancos visitaron a los culés para ser víctimas de un festín. Los goles de Romario (tres), Koeman y el canterano Iván Iglesias redondearon un resultado para siempre inmortalizado en la mano de Tonny Bruins, que se elevó al cielo de Barcelona con el último tanto culé para recordarle a todo el estadio, y en especial, al eterno rival, que le habían endosado una ‘manita’, como tituló la prensa de Barcelona al día siguiente. Además, el partido fue un derroche de juego, con Romario desatado. Uno de sus goles, con el famoso regate de la ‘cola de vaca’ fue icónico para una generación y provocó un sentimiento de venganza como pocas veces ha vivido el madridismo.
Un año más tarde, esta vez en la capital de España, el Real Madrid la ejecutó con la misma contundencia. Un 5-0 cargado también de muchísimo simbolismo. Michael Laudrup, danés ex del Barça que había participado en la primera de las goleadas, fichó por los blancos en veranos y participó activamente en la venganza contra Cruyff, que esa noche vio como Romario, el ejecutor de la manita inicial decía adiós a la ciudad condal. Aquella fue su última convocatoria como culé. No jugó de inicio. Tampoco acabó el partido Stoichkov, expulsado al descanso.
Un Luis Enrique irreconocible
En este panorama de exaltación merengue, de ganas de venganza, los ejecutores fueron tres futbolistas. Iván Zamorano (hat-trick ya al descanso), José Emilio Amavisca (hizo el último tanto de partido) y… ¡Luis Enrique! El asturiano fue titular en aquel partido y ejerció como interior derecho, un puesto que seguramente habría ocupado Míchel de no haber mediado una grave lesión de rodilla jornadas antes frente a la Real Sociedad. El asturiano, que un año y medio después, se fue al Barça, marcó aprovechando un remate de Zamorano al palo y lo festejó por todo lo alto. Con una rabia que destilaba madridismo.
La foto, vista con tiempo, sabiendo que luego ‘Lucho’ fue leyenda culé en el que considera club de su vida, llama la atención. Él mismo se ocupó de utilizar esta metáfora tiempo después, ya como jugador del Barça. “Me veo en fotos con la camiseta del Real Madrid y no me reconozco”, dijo en una rueda de prensa que sirvió para calentar el ambiente de alguno de los clásicos que disputó ya como culé. Ahora, con el paso del tiempo, con el poso que da la madurez, Luis Enrique no reniega de aquello, aunque insiste en sentirse especialmente azulgrana.
“Marqué el cuarto, viste como lo celebré… donde dicen las cosas que dicen de mí, no tiene ningún sentido. Yo soy pura energía. Y devolvimos un cinco cero que son de esas manitas que ayudan. Fue un gran momento para nosotros esa temporada”, se carcajea el entrenador del PSG durante otro documental a propósito de la campaña completa del Real Madrid, la llamada ‘Liga de Valdano’. Ese uso del plural mayestático para referirse al Real Madrid, para hablar del “nosotros devolvimos” causó cierto impacto en Madrid y en Barcelona, acostumbrados a que Luis Enrique no luzca una cercanía así (aunque sea para hablar del pasado) con los blancos. Pero tiene lógica. Porque aquella fue la noche más madridista de Luis Enrique.